Tres monedas de doscientos: una historia de la vida real

Recuerdo, con más nostalgia que con miedo, que una vez encontramos, con mi amigo José Luis, una al lado de otra, tres monedas de doscientos. Encontrar tres monedas de doscientos no representa algo insólito, a menos que, segundos antes, reconociéramos con angustia que nos faltaba justo esa cantidad para devolvernos, de la universidad a la casa, en bus, y no a pie.

En el momento nos dio miedo.

—Esto es cosa del diablo —dijo José Luis.

—Yo no sé —dije yo.

Querer encontrarle justificación a todo es la condición más natural del ser humano. Los científicos más sesudos coinciden en que justo eso, la pregunta, el preguntarse, es el origen de la ciencia. En algunos casos, hacer preguntas es una buena manera de entender (o de evaluar) las cosas; en otros, no. Entre lo físico y lo material está lo insólito: algunas cosas no tienen explicación. Lo que nos trae hoy con este artículo, sin embargo, sí la tiene.

Con mi amigo, para darle vuelta a la hoja y no morir en el intento, concluimos que lo que había hecho que nos encontráramos tres monedas de doscientos, cuando necesitábamos justo esa cantidad, era nada más y nada menos que uno de los eventos extraordinarios que trae consigo “la suerte”. ¿Qué cosa es la suerte? «Dios no juega a los dados con el universo», dijo Albert Einstein.

Notemos que, además de darle vida a una cosa que no existe, hemos personificado a la dichosa suerte; a veces es mala; a veces, buena. Escucho con frecuencia a los estudiantes decir, por ejemplo, que contaron con buena o mala suerte, cuando reciben las notas de las pruebas Saber 11.

¿Será verdad?

¡Pues no! En lugar de bañarse con agua de azúcar o seguir al pie de la letra las recomendaciones de su chamán de confianza, el bachiller debe prepararse para lo que tal vez representa el paso más importante que debe dar al momento de culminar los estudios de secundaria.

Encontrar tres monedas de doscientos es más probable y menos misterioso que, por ejemplo, sacar buena nota en una prueba del Icfes. No dejes tu futuro en manos de la suerte. En Formarte, en lugar de proporcionar amuletos, preparamos a nuestros estudiantes; y en vez de desearles buena suerte les deseamos ¡éxito!