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La realidad que por estos días debemos afrontar no es ajena a ningún aspecto de la cotidianidad humana; menos aún para el ámbito educativo. Nos hemos visto replegados, por seguridad, claro está, a estudiar desde la no presencialidad. Pese a lo inesperado de la situación, los entes formadores han logrado llevar a cabo la tarea que cargan a sus espaldas: enseñar. Sin embargo, la relación enseñanza-aprendizaje no es totalmente lineal, es decir, no depende de quién enseña y quién recibe aquella información. Que esta relación sea fructífera depende, en gran medida, del contexto, y es este el que en su totalidad se ha visto transformado por la condición sanitaria por la cual pasamos actualmente. Teniendo claro lo anterior, enumeremos algunas desventajas que se presentan a la hora de asumir la educación virtual.
- Cambio de escenario: La educación virtual es en sí una ruptura con el espacio, ya que tanto el docente como el estudiante se encuentran en lugares diferentes, algo que ataca la noción de educación tradicional, que ha concebido el aula de clase física como el sitio donde se lleva a cabo el acto educativo.
- Ruptura del vínculo social: Por naturaleza, el ser humano es un ser social, lo que significa que necesita de la compañía del otro para llevar a cabo labores fundamentales como es el caso de la enseñanza-aprendizaje. Pese a que la educación virtual, en cierta medida, sostiene dicha relación, la interacción es en todo momento artificial, ya que los estudiantes y docentes no se relacionan desde el lenguaje corporal, factor fundamental para el desarrollo de una clase. No es lo mismo que el docente lea en los rostros de sus alumnos si se encuentran cómodos o no con la explicación concerniente en un aula física, a que vea “recuadros con iniciales” que reemplazan el rostro (y todo lo que este transmite) de los estudiantes que acuden al evento formativo de manera virtual, lo cual es lo que ocurre, generalmente, en este tipo de modalidad.
- Mayor número de distractores: Que la clase sea en casa, generalmente en el cuarto, determina la disposición que pueda tener el estudiante frente a la situación. Como la cámara por lo general permanece apagada y el micrófono del dispositivo que se use en silencio, nada impide que mire el celular constantemente, que abra otras páginas que nada tienen que ver con la clase, que se levante a comer o al baño las veces que quiera, etc. Estos ejemplos son claros y suficientes para evidenciar que tras de la barrera de una pantalla no todos están atentos y en disposición de atender el curso normal de una explicación.
- Mayor exposición a elementos digitales: Pese a que vivimos en un mundo altamente tecnológico y a que las nuevas generaciones están acostumbradas a la interacción constante con celulares, computadoras, etc., hay que reconocer que la educación virtual determina un mayor número de horas en las cuales debemos estar frente a una pantalla. Esto debido a que se debe cumplir con el horario escolar normal, que generalmente es de unas seis horas, tiempo suficiente para generar desgaste físico y mental producto de un cansancio visual evidente. No suficiente con esto, las tareas o deberes que se dejan extra-clase, se desarrollan en su mayoría al frente mismo del dispositivo tecnológico: lecturas, investigaciones, videos, entre otras, aumentando considerablemente el tiempo de exposición frente a la pantalla.
- Situaciones no controlables: Este punto es tan o más importante que los anteriores, debido a que no depende de quien recibe la clase. Los más recurrentes y, por ello, más estresantes son, por un lado, que falle la conexión a internet, algo que a todos nos ha pasado. Otro ejemplo, similar al anterior, es que, de un momento a otro, se vaya la electricidad, situación en la cual nada podemos hacer. Por último, y siendo poco mencionado, son las intromisiones de los demás miembros de la familia, que igual que el estudiante, no están para nada acostumbrados a ver su hogar convertido en un aula de clase.
Así pues, si bien las circunstancias actuales nos han impuesto la modalidad virtual como medio para llevar a cabo el evento formativo, es claro que, por un lado, es una modalidad ajena para todos: estudiantes, docentes, padres de familia, etc.; y, por otro lado, que dicha modalidad tiene grandes desventajas con respecto a la presencialidad, la cual, esperemos, pueda volver a instaurarse pronto.
Escrito por: Wsneider Cano Montoya
2 Comments
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